Bueno, ésta es una pregunta que últimamente me hago todos los días. La verdad es que si analizamos mi vida con lupa, tiene sentido.
Desde niño tuve que acostumbrarme a los cambios: Nací en Brasil y por cuestiones familiares, a los 11 años de edad me mudé a Ecuador. Tal vez esa primera mudanza (y el cambio cultural) fue el ‘trigger’ que desde entonces me hace vivir en búsqueda de novedades; esa eterna curiosidad es lo que me motiva e inspira.
Al terminar el colegio decidí volar lejos, así que me fui a Chile a estudiar Ingeniería de sonido. Después de terminar estos estudios pasé 5 años trabajando como diseñador de sonido y coordinador audiovisual en São Paulo. Esta época fue muy enriquecedora desde el punto de vista creativo y musical, pero también me puso en contacto con el universo del marketing y de las agencias de publicidad.
Interesante mencionar, que desde muy joven tuve fascinación no solo por la música como tal, sino por los rituales que la rodean como la vida cultural y nocturna. Me veo a mi mismo infinitas veces en un concierto o en una rumba, disfrutando de la música, del ambiente y sobre todo tratando de entender por qué la música nos produce tanta satisfacción, nos emociona y nos llega a dejar en estados de ‘trance’.
Esto es muy curioso ya que los seres humanos le damos tanto – o hasta más – valor intrínseco a las experiencias culturales y musicales, que a la comida… ¡siendo la comida algo que realmente necesitamos para sobrevivir!
¿Por qué necesitamos tanto de la música?
Este tipo de preguntas fueron las que me hicieron empacar de nuevo, cruzar el Atlántico y ponerme en contacto de nuevo con el universo académico.
En España hice una Maestría en Acústica y tuve la suerte de recibir una invitación para empezar un Doctorado en la tierra de los chocolates y de la cerveza (Bélgica). Cuando llegó esta oportunidad surgió inmediatamente la necesidad de escoger un tema; decidí unir dos de mis mayores pasiones: la música y la comida.
A partir de ese momento y hasta el día de hoy, investigo cómo nuestros sentidos interactúan y cómo es posible utilizar la información de un sentido para, de cierta forma, manipular los procesos perceptivos de los otros sentidos, todo esto desde la perspectiva del comportamiento humano, es decir, estudio cómo el sonido afecta la experiencia de los sabores.
Hasta aquí se habrán dado cuenta que en ningún momento he estado en contacto directo con escuelas de negocios ni he estudiado nada que tenga que ver con Administración de empresas. Pero la vida es así, nos va llevando por lugares y caminos que casi sin darnos cuenta, abren nuevas puertas y horizontes.
Como diseñador de sonido profesional, tuve un contacto muy directo con el universo de la comunicación, marketing y publicidad. Aunque en esa época me dedicaba más a producir música, sonido (y rumbear), e inconscientemente aprendí mucho del lenguaje de la comunicación y de la importancia que pueden llegar a tener nuestros sentidos en estrategias de branding y marketing. Esto naturalmente se empezó a aplicar en los resultados de mi investigación científica.
En paralelo a mis experimentos científicos, siempre me preocupé por mantener un diálogo directo y fluido con productores de alimentos y bebidas. No solo con el objetivo de responder mis preguntas de investigación, sino también con el objetivo de nutrirme de la visión del mercado y así entender el potencial de valorización que podrían tener este tipo de ideas en la sociedad. Por ejemplo, en colaboración con la ciudad de Bruselas, coordiné un proyecto llamado “The Sound of Chocolate”, en donde propusimos una innovadora forma de degustar chocolate a través de la música www.thesoundofchocolate.be
Otra cosa es que siempre he llevado dentro de mí la necesidad de diálogo con la música y con el universo del arte en general. Siendo así, trato de fomentar el uso del arte como una herramienta de valorización del conocimiento hacia la sociedad. Estamos de acuerdo que es mucho más fácil (y más divertido) comunicar una idea a través de una canción, que a través de un reporte científico.
Este viaje por diversos países, profesiones y disciplinas es justamente lo que hoy las escuelas de negocios más interesantes del mundo valorizan y tratan de enseñar a sus estudiantes. La habilidad de generar y comunicar conocimiento transdisciplinar es un valor agregado muy importante.
Las empresas son y serán cada vez más transversales. A los profesionales del futuro se les exigirá ser cada vez más creativos, innovadores y desafiadores. El resto lo harán las máquinas.
Hablando de máquinas y tecnología, otro de los caminos que me produce mucha curiosidad es al que muchos se refieren como “Transhumanismo”. ¿Cómo será el ser humano del futuro? ¿Llegaremos a tener el control digital de todos nuestros sentidos? ¿Cuáles serían las implicaciones sociales de estas habilidades?
Los invito a conocer más sobre mi trabajo en mi blog: sonictaste.weebly.com
FELIPE REINOSO CARVALHO
Profesor Asistente
UASM –Universidad de los Andes School of Managemen