Por: Juan Pablo Casadiego y Soraya Quiroga
Egresados de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes
¿Cuáles son las consecuencias de la informalidad laboral durante la pandemia? ¿Cómo afecta este problema socioeconómico a las dinámicas de desarrollo en países emergentes como Colombia, India o Sudáfrica? Estas fueron algunas preguntas que nos llevaron a investigar sobre la informalidad laboral en los mercados emergentes (MEs) y su relación con las consecuencias generadas por la pandemia del COVID – 19.
Como resultado realizamos un documento de política pública con el fin de visibilizar los efectos de la informalidad sobre los presupuestos públicos, además de los retos asociados a la garantía del estado de bienestar. Así mismo, planteamos recomendaciones tanto al sector público como al privado relacionadas con la adopción de mecanismos de gobernanza más eficaces entorno a la formalidad y al control fiscal. Quisiéramos dejar una visión teórico-práctica de la situación e invitar al lector a contribuir a la solución de esta problemática desde su campo de trabajo.
Economías emergentes ante la pandemia
La actual crisis de salud pública ha dejado al descubierto problemas estructurales en los MEs tales como la pobreza, la desigualdad socioeconómica y la escasez de recursos públicos. Uno de los hechos que ha incrementado la vulnerabilidad ha sido la cuarentena obligatoria, que, a pesar de ser una medida para contener la pandemia, ha generado profundos daños en la población que vive de la informalidad. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca de 1.600 millones de trabajadores informales en el mundo se han visto afectados por las medidas de aislamiento, en su mayoría mujeres (OIT, 2020).
El sector informal comprende aquellas actividades económicas que operan sin ser visibles para el Estado y las autoridades regulatorias en aspectos tanto administrativos como fiscales. A pesar de la “invisibilidad” e incertidumbre de la cuantía de estos dineros, el Banco Mundial (2019) ha estimado que lo producido por el sector informal puede alcanzar un tercio del PIB mundial y representar entre el 60% y 70% de empleos en países en desarrollo. Además de estos alarmantes datos, es preocupante saber que aproximadamente el 90% de los empleos informales se encuentran en los Mes encontramos que 13 países emergentes figuran en el top 100 de países con mayores tasas de empleabilidad informal (Gráfica 1). De estos, Bangladesh ocupa el primer lugar con cerca del 91% de sus trabajadores en la informalidad, mientras que en Colombia es del 55% y en Chile del 28%.
Gráfica 1. Porcentaje de empleos informales en los 13 países analizados en el estudio.
La principal afectación del COVID – 19 sobre los trabajadores informales radica en que muchos viven del sustento e ingreso diario. Lo que llamamos “vivir del día a día”, teniendo poca – o ninguna – capacidad de ahorro y en muchos casos, sin seguridad social. Estos hechos se traducen en altos costos para los gobiernos, quienes atienden de primera mano las necesidades de los más vulnerables. Dentro de la asistencia gubernamental se incluye la distribución de alimentos, subsidios, alivio en el pago de intereses y transferencias en efectivo. De no tomarse estas medidas gran parte de la población caería en situación de pobreza. Así lo advirtió la ONU en julio del presente año para países de América Latina, calculando que en la región podrían ser 45 millones de personas (o más) las que se encuentran amenazadas por este fenómeno.
Colombia: una economía emergente
En Colombia, las ayudas se han otorgado por medio de los programas como “Ingreso Solidario” y la entrega de mercados a las familias vulnerables. Los legisladores inclusive contemplan un programa de renta básica que asista de forma económica y temporal a los más afectados. Este mecanismo también ha sido promovido por el Programa de Desarrollo de la ONU (2020). No obstante, el incremento inesperado del gasto público ha llevado a que los países busquen fuentes de financiación para cubrir los costos y daños relacionados con la pandemia. En el caso de Colombia, el Gobierno Nacional recibió un préstamo del Fondo Monetario Internacional por USD $10.800 millones y emitió bonos en mercados internacionales por USD $2.500 millones, entre otros.
Encontramos una relación inversa entre el empleo informal y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en los países estudiados. Es decir que, a mayores tasas de informalidad, el IDH tiende a ser menor. Este indicador mide el desarrollo más allá de lo económico, incluyendo dimensiones como el acceso a la salud, a la educación de calidad y a un ingreso decente. Por ende, cuestionamos la capacidad de los Estados para garantizar una vida digna y condiciones para un desarrollo íntegro.
A partir de lo analizado anteriormente, proponemos a los sectores tanto público como privado, trabajar conjuntamente en la formalización de estos empleos para garantizar el desarrollo multidimensional. Por un lado, podrían reducirse los costos asociados a la contratación formal, sin afectar las condiciones laborales de los trabajadores e implementar incentivos fiscales para que pequeños empresarios y emprendedores formalicen su actividad. Por otro lado, los gobiernos podrían diseñar sistemas tributarios más flexibles que se ajusten a las necesidades y condiciones de industrias y contextos particulares. No obstante, cualquier mecanismo de gestión debe velar por salvaguardar los derechos humanos, promover el bienestar social, económico y ambiental, sin dejar de lado iniciativas globales como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Invitamos a leer el documento completo publicado por el Instituto de Mercados Emergentes de la Universidad