En el marco del Día Mundial de la Educación Financiera que se celebra durante el mes de octubre, es necesario preguntarse qué tantos conocimientos tienen los colombianos de este tema desde temprana edad. Al respecto, Santiago Rodríguez Raga, Profesor Asociado de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes y experto en finanzas personales, comparte algunos consejos y hallazgos sobre la educación financiera en niños y jóvenes en el país. Todo apunta a que los aprendizajes sobre el dinero en el hogar y en los ambientes educativos influyen en la salud financiera de la persona a futuro.
¿Qué es la educación financiera?
Son las herramientas y conocimientos que deben adquirir las personas para tomar buenas decisiones que las conduzcan a un mejor bienestar económico y financiero. Para eso, según Rodríguez, necesitamos
“que las personas tengan esos conocimientos que les permitan una vida financiera sana”.
El profesor Rodríguez hizo durante un año una investigación en niños y jóvenes en colegios públicos y privados de Bogotá, de distintos estratos.
“El conocimiento de educación financiera es bajo en Colombia. Si el colegio es público, de por sí ya presenta una desigualdad frente al colegio privado en conocimientos de este tipo, por muchas variables como la calidad de profesores y las capacidades de la institución”.
Por otro lado,
“a mayor nivel educativo del padre, mayor conocimiento de educación financiera de su hijo”.
En grados tempranos no hay muchos preconceptos frente al dinero. Pero se evidencia que cuando el nivel de educación de los padres es alto,
“los enfrentan a hablar de conceptos relacionados con el dinero. Hay conversaciones, conceptos o charlas en este tema”.
A su vez, algo claro es que hay una relación directa entre las finanzas y las matemáticas. Durante recientes pruebas Pisa, Colombia ha ocupado los últimos lugares en matemáticas entre los países miembros de la OCDE.
¿Cómo educar en finanzas?
“Como sucede con cualquier tema, la comunicación es clave y con las finanzas personales no es la excepción. El responsable debe enfrentar a su hijo o familiar con ciertas realidades según la edad”. Por ejemplo, a un menor de diez años se le puede enfrentar al valor del dinero, enseñarle qué puede comprar con unas monedas y con unos billetes, qué diferencia hay en el precio de varios artículos.
“A medida que van creciendo, pueden acompañar a los padres al banco, al cajero y estas experiencias aceleran ese acercamiento y entendimiento del dinero”. A una edad avanzada, incluso se puede instar a hacer un presupuesto, ir al mercado juntos y comparar precios. “Demostrar que no todo se puede comprar, que hay cosas que son necesidades como el arroz, pero hay deseos como los chocolates o los dulces. Darle a la persona esa responsabilidad de decisión por medio de la comparación de precios, incluso en varios supermercados. Lo vivencial es importante”.
Esto no suele enseñarse en un colegio y poco menos en las casas. “El dinero tiene un tabú porque a menudo en los hogares hay problemas económicos. Pero es algo de lo que hay que hablar porque hace parte del día a día”.
En el caso de edades más avanzadas, durante la adolescencia o la juventud, el manejo de la mesada o el dinero de las “onces” puede ser un buen ejercicio. Cuando ya se entra a la universidad, se ve más el impacto de las finanzas. “Si la persona sale a estudiar o trabajar, ya es más importante un presupuesto personal en el que se contemplan gastos como transporte, alimentación, y muchas más otras alternativas para el uso del dinero”. También, llegan las decisiones como las salidas con los amigos o la pareja, los gustos y así es vital definir un presupuesto y el control de los gastos. “Los padres pueden brindar una mesada y darle al hijo la libertad de que se organice en sus gastos y asumir la responsabilidad en caso de usar mal el dinero”. El soporte de los padres es importante, pero no es aconsejable que ellos cubran los defectos de dinero de sus hijos, en caso de que gasten su dinero. “Así, el aprendizaje no se logra porque la persona debe aprender a manejar su propio ingreso y animarse a ahorrar solo”.
La educación financiera conduce a la inclusión financiera
Para Rodríguez,
“hay una relación directa entre ambos términos. La inclusión financiera tiene que ver con el acceso y el uso de productos financieros formales por parte de los adultos”.
A diciembre de 2022, el nivel de inclusión financiera en el país era del 92,3%. Según el experto, entre mayor sea esta cifra, menos inequidad existe entre la población.
“No se trata de tener un producto sino usarlo correctamente, la educación financiera enseña cómo emplear el producto, por ejemplo qué es un seguro, un préstamo y así generar mejores decisiones desde las personas con respecto al dinero”.
En ese orden de ideas, es importante, según Rodríguez, un compromiso por parte de los directivos de los colegios para incentivar la educación financiera. Por otro lado, según él, entre los conceptos claves de finanzas personales, el más importante es el ahorro y es lo que se debe incentivar.
“El ahorro ayuda a que una persona cumpla sus objetivos a largo plazo. Generar esta costumbre desde los hogares colombianos es vital”.
Ante la pregunta de por qué no ahorramos en Colombia, Rodríguez asegura que se trata de un hábito cultural que no tenemos arraigado. Según datos de Mercer, seis de cada ocho colombianos sufren de estrés financiero.
“El ahorro no es fácil, pero da tranquilidad. Una buena salud financiera hace mejor la vida de la persona”.
Además, está claro que un mal manejo de las finanzas personales puede generar efectos en la salud física y mental de las personas.