Bogotá. Agosto, 2024. En un panorama donde los bancos emiten bonos para apoyar múltiples iniciativas sostenibles dentro del sector empresarial, muchas organizaciones se preguntarán por el sentido de incorporar estas acciones o los beneficios que esto trae, más allá de una contribución al medio ambiente. Diana Puerta, directora de las Maestrías en Sostenibilidad de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, considera que las organizaciones están llamadas a esta conversación urgente entendiendo que “seis de los nueve límites planetarios están en riesgo y afrontamos una triple crisis: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Las empresas deben reconocer el sentido de urgencia para la acción, la gestión del riesgo y la identificación de oportunidad”. En ese sentido, se reunió con otros expertos de la Facultad para conversar sobre qué acciones pueden implementar las empresas desde tres dimensiones: la cadena de suministro, las finanzas y la gestión de marca.
De la rentabilidad al valor
Para Juan Pablo Soto, Vicedecano de Relaciones Corporativas y experto en cadena de suministro de la Facultad de Administración en Uniandes, no es posible crear una empresa que perdure hoy en día si no se piensa desde la sostenibilidad. Pero para ello, deben contemplarse dos niveles.
El primer nivel es interno, considerando las acciones que hace la empresa frente a sus productos y procesos. “Por ejemplo, pensar desde el inicio qué empaque tendrá un producto, y el valor agregado que creará lo que estamos haciendo en el cliente y la sociedad”. El segundo nivel, es a lo largo de toda la cadena de suministro, ya que la empresa no actúa aislada y a este nivel se debe pensar incluso más allá de cuando el producto llega al consumidor o cliente final: “La sostenibilidad también piensa en el posconsumo, y las organizaciones se transforman cuando piensan en eso. Toda la cadena de suministro debe trabajar en conjunto para generar alternativas que impacten cada momento del producto”.
Esta aplicación de la sostenibilidad se ve en muchas organizaciones como poco rentable. Sin embargo, poco se habla hoy de rentabilidad y mucho más de generación de valor: “Las compañías piensan que, para ser más sostenibles, deben ser más caras, pero no necesariamente es así, y adicionalmente es posible agregarle más valor al cliente con productos que son mejores desde la perspectiva ambiental o social. Asimismo, la sostenibilidad ofrece muchas oportunidades de ahorro. Es clave concebir las cadenas de suministro como cadenas de valor y oportunidades de cambio”.
Por su parte, Maximiliano González, Director de la Maestría en Finanzas y profesor de la Facultad, asegura que aquellas empresas que no se deciden a ser sostenibles están perdiendo participación en el mercado pues las organizaciones que están apostando por el medio ambiente tienen mayor visibilidad. De hecho, las empresas que se caracterizan por ser sostenibles son más visibles o atractivas al momento de cotizar en la bolsa.
“Las empresas que mandan la señal de su compromiso con el medio ambiente, reciben como recompensa un mejor costo en sus acciones, un mayor reconocimiento externo para inversionistas extranjeros y también son las primeras en la lista para los bancos que emiten bonos verdes para financiar ciertas iniciativas”. Este fenómeno, que González define como un círculo virtuoso, también fortalece la marca empleadora: “los jóvenes o las nuevas generaciones prefieren trabajar en empresas comprometidas con su entorno, más que con aquellas empresas que paguen mejor pero no tengan ese compromiso”.
¿Qué pasa con las empresas emergentes?
Esta conversación trasciende las grandes compañías y más en un país en el que el 95% del tejido empresarial está conformado por pequeñas organizaciones. Frente a esto, González emite un mensaje clave: “La migración a un modelo de generación de valor, es costosa porque se trata de tecnologías limpias. Pero es un esfuerzo que debe realizarse, entendiendo que aquellas compañías que lo hacen ganan más participación en el mercado y también llegan a niveles de eficiencia nunca vistos”. Asimismo, cada vez más bancos o entidades financieras responden a los esfuerzos que las empresas prestan a la sostenibilidad por medio de bonos u oportunidades de financiación en temas de energías renovables, eficiencia de recursos, transporte sostenible, entre otros.
“Hay grandes emprendedores o microempresarios que están innovando positivamente en sectores históricamente considerados como poco sostenibles como gas, energía, minería, entre otros”,
dice González.
La sostenibilidad aporta a la reputación
Según Nielsen, el 73% de los consumidores estarían dispuestos a cambiar sus hábitos si estos reducen el impacto socioambiental. Frente a esto, Jaime Marín, Director de Programas Abiertos de Executive Education de Uniandes y experto en estrategias de marca, menciona que las empresas están frente al desafío de convertirse en marcas que generen vínculos reales con sus clientes. “Una tarea que se responde claramente por medio de la aplicación de la sostenibilidad, alineando estas prioridades con los valores y atributos que hacen única a una marca en su mercado”.
Asimismo, para Marín, uno de los mayores efectos de la sostenibilidad es la reputación. “Las empresas tradicionalmente piensan en beneficios contables, en participación de mercado o en EBITDA. Pero hay mayores beneficios que no son contables, sino que se obtienen a través de la generación de valor que activa la preferencia hacia una marca. Una gran inversión en paneles solares, por ejemplo, se devuelve en términos de reputación”.
En la actualidad,
“las marcas con propósito no son aquellas que generan lealtad hacia un producto sino una filiación, que responde a dos propósitos conectados: el de la empresa y el del consumidor”,
asegura Marín. Como respuesta a esto, las organizaciones comprometidas están aumentando su “capital de marca” y están más presentes en las mentes de las personas. “No solo se cotizan más en el mercado, también han aumentado su valor de marca en un 20% durante los últimos cuatro años y se involucran con nuevas comunidades”. Para esto, es clave un término que Diana Puerta llama “formación de capacidades” y es el capital en conocimiento que empodera a los líderes de las organizaciones en la toma de decisiones.
Como conclusión, los expertos manifestaron que adoptar una perspectiva sostenible permite a las organizaciones no solo aportar valor a las comunidades y preservar el ecosistema, sino que permite reducir la vulnerabilidad frente a riesgos y cambios climáticos, generando sistemas idóneos para el mundo actual. Este camino no está reservado a algún tipo de compañías, sino que ofrece oportunidades para cualquier organización sin importar su tamaño, sector o ubicación geográfica. Es una apuesta permanente para todo el tejido empresarial, en la cual es clave la formación de capacidades para la toma de decisiones acertadas.