Uno de los puntos de este Acuerdo fue la reincorporación de los excombatientes desmovilizados a la vida civil a través de nuevas oportunidades de vivienda, laborales y productivas. Según cifras de la Agencia Nacional para la Reincorporación y la Normalización (ARN), 13.139 excombatientes están en proceso de reincorporación, de los cuales, cinco años después de la implementación del Acuerdo, 98,6% cuenta con afiliación al sistema de salud, 83% se han vinculado al sistema pensional y 94,8% cuenta con beneficios de bancarización.
Para su tránsito a la vida civil los excombatientes han necesitado mucho más que ayudas del gobierno. Asesoría, apoyo y formación para manejar sus proyectos productivos y los subsidios económicos que les brinda el gobierno, han sido fundamentales en el proceso. Y para que este sea aún más efectivo, necesitan del apoyo de la sociedad civil en general, una contribución de todos para la construcción de una paz duradera en el país.
En el 2018, cinco estudiantes de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, pertenecientes al Finance & Investment Club, estuvieron una semana en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Mesetas en el departamento del Meta con el fin de hablar de Finanzas personales para excombatientes. Entre carreteras destapadas y paisajes desconocidos llegaron a un lugar que como mencionan ellos, parece estar desconectado del resto de país.
Catalina, Valentina, Daniel y Jaime cuentan que fue una experiencia inolvidable y que la repetirían sin duda. Fueron a enseñarle a los excombatientes cómo manejar el dinero que les brinda el gobierno a través de un subsidio, a buscar las mejores estrategias para sacar adelante sus emprendimientos y proyectos productivos, con los que hoy se sostienen muchas familias.
Cada uno tuvo, de alguna manera, una relación indirecta con el conflicto. Sin embargo, convivir con los excombatientes, escuchar sus historias y comprender lo complejo que es vivir directamente en la guerra, “nos impactó, entendimos que siempre hay alguien que necesita oportunidades, motivación y ayuda”.
Se tienen muchas expectativas si se habla de Finanzas personales para excombatientes. Todo esto justo antes de tener contacto con personas que fueron, en su mayoría, forzadas a vivir la guerra, en muchos casos, sin saber escribir ni leer. “No sabía cómo interactuar, uno siente que es bastante diferente porque tenemos otros contextos. A ellos les gusta contar historias, y ahí uno entiende un poco su punto de vista, es otra forma de ver el conflicto”, comenta Catalina Jiménez.
“Fue más lo que aprendimos nosotros que lo que pudimos ir a enseñarles sobre finanzas”
Con este tipo de frases cuentan que esta experiencia genera impacto en todo un país. Valentina Botero, menciona que durante su estadía se preocuparon mucho por ellos, por hacerlos sentir bien, “fueron muy acogedores con nosotros y eso fue sorprendente. Los asesoramos en algunos de sus proyectos productivos con lombrices, turismo y una panadería para ayudarlos con temas de contabilidad, los incentivamos a contemplar diferentes oportunidades para emprender sus proyectos”.
Por su parte, Daniel Porras dice que luego de estar allá les pudo poner rostro a tantos nombres y a tantas cosas que se decían de las FARC, “ya cuando estuvimos allá, compartimos con ellos y dejamos de verlos como esa guerrilla que muestran en televisión. Es un grupo compuesto por personas, escuchamos sus historias y nos empezamos preguntar sobre lo que pudo haber pasado si hubiéramos vivido lo que les tocó vivir a ellos. Uno humaniza mucho más y se da cuenta que también fueron víctimas”, resalta.
Los excombatientes a quienes apoyaron los estudiantes, se certificaron, aprendieron y hubo intercambio excepcional de conocimiento y experiencias. “Es responsabilidad de todos construir país, ellos necesitan reintegrarse para cambiar la vida. Cuando estuvimos allá comimos y dormimos como ellos. Todos nos levantábamos a las 5:00 a.m., a ayudar a preparar el desayuno. Al principio fue difícil porque teníamos preparado algo con un nivel exigente, y nos dimos cuenta que algunos no saben leer o escribir. Cambió por completo nuestra visión en muchos aspectos. Escuchamos sus historias y nos escucharon, el valor que nos dieron me cambió muchos conceptos”, comenta Jaime Varela.
Sin duda
Todos ellos tienen historias para contar por mucho tiempo de lo que vivieron allí. Este tipo de experiencias son las que se traducen en la reconciliación y la no repetición, quienes se reconciliaron fueron ellos, no vivieron la guerra directamente, pero entienden la importancia de ponerle fin al conflicto que atormentó a tantos colombianos por décadas. “Debemos ver lo que tenemos en común y no lo que nos hace diferentes, es más lo que no debe unir que lo que nos puede dividir. Debemos luchar por la equidad y la empatía. Sentimos que tenemos mucho que aportar, le dimos valor a cosas sencillas. Todos debemos construir paz”.